De piedras de luna y felinos.

Me encantan los accesorios. La experiencia de escogerlos, probarmelos, accesorizar (mentalmente) un outfit con ellos y decir "me lo llevo" es indescriptible.

Me gustan los collares, las diademas, los brazaletes y los anillos, estoy embrujada por la magnificencia de estos accesorios que guardan un secreto multicolor en sus gemas preciosas.

Ir de compras es tortura para la pobre alma en desgracia que decida acompañarme y es que soy la persona más obsesiva que puedan conocer.

Dicen los que me conocen, que muchas de las cosas que busco en las tiendas existen sólo en mi imaginación; no es que no existan, es que tengo que hacer una búsqueda minuciosa porque me gusta que lo que me compre sólo lo pueda ver en mi closet.

Ayer fue uno de esos días en los que estuve en mi lugar favorito, haciendo mis cosas favoritas y con mi persona favorita.

Me levanté muy temprano, a pesar de haberme dormido muy tarde, y me arreglé para salir. Pony tail, mascara, lip gloss y aviator shades, el look perfecto para un día perfecto.

Mi mamá y yo decidimos que era un buen día para ir en busca de tesoros y probar nuevos sabores. Así es que nos dirigimos al único lugar en la ciudad de México en donde puedes encontrar esas dos cosas: el Centro.

El mes pasado, mientras buscaba una sudadera me topé con el anillo más maravilloso que he visto en toda mi vida. Piedra color índigo montada en un aro plateado, el accesorio indicado para darle a cualquier outfit un toque vintage.

No pude traérmelo a casa (físicamente), porque ciertamente se vino conmigo.

Cuando mi mamá me propuso ir al Centro, lo primero en lo que pensé fue en el anillo. Después de todo dicen por ahí que si "en el Centro no lo encuentras, todavía no se ha inventado" y lo creo.

Después de recorrer tres centros joyeros sin ningún éxito, llegamos al último marcado en el itinerario. Estaba a punto de darme por vencida, cuando de repente...(OMG!!!)...estaba ahí!!!, tan solito, tan brillante, tan hermoso.

No era el anillo de la piedra índigo, era otro muy diferente pero tan bonito que me hizo olvidarme de ése con el que había estado soñando.

¿Qué puede ser más hermoso que un piedra color índigo? Esa es una respuesta fácil, un anillo de piedra de luna.

Pedí que me lo enseñaran, así es que la señorita lo sacó del mostrador y me lo probé. Había cinco anillos y el primero fue el bueno, ese anillo tenía mi nombre escrito. "Me lo llevo", dije en voz alta y la señorita lo empezó a envolver.

En mi mundo, tener suerte para encontrar el accesorio que busco no es algo que suceda frecuentemente; por eso, sí se me presenta una oportunidad, la tengo que aprovechar. Así es que no pude evitar comprarme otro anillo en forma de jaguar que encontré gracias a unos ojos turcos que me recordaron a mi mejor amiga Rein.

Cuando llegué a mi casa, me puse a pensar en las maneras tan extrañas que tiene la vida para hacer que nos encontremos con nuestro destino. Tal vez poner de ejemplo a unos anillos sea superficial, pero es una muestra de que hasta en las cosas más insospechadas se puede encontrar inspiración.

Salí de mi casa en busca de  un objeto que quería desde hace mucho mucho tiempo y encontré otro de la misma naturaleza, pero cuyas características me hicieron más feliz que las del objeto que buscaba originalmente.

Así es que la próxima vez que no consigan piedras índigo no se preocupen porque siempre habrá piedras de luna.

La canción del día es Us de Regina Spektor.

Ana Caro.

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